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lunes, octubre 11

Sinceridad...

Ya me oíste -leíste- lo eres todo.


Porque sin ti yo no soy nada y tienes que entender eso, o cuando yo pretenda decírtelo, en serio, no puedo soportar que alguien más esté en el lugar que me gustaría estar... Pero no puedo hacer nada por ahora, y no es que me rinda, sino que duele muchísimo. Sí, duele el corazón más allá de algo físico aunque muchas veces me quede sin aire y una heridita empiece a arder en el pecho, me duele el alma, que me sigo cuestionando si tengo porque no me creo una buena persona... porque empecé a serlo gracias a ti: gracias a ti yo tuve sentimientos y dejé de ser tan maja y tan fría con todo el mundo, tu me dejaste ver que todo tiene otro color y que la vida sigue y sigue y que lo que hagamos de ella es lo que queda porque todos morimos... y es total y completamente la verdad, cariño. Y acá te responde tu cuestionante: eres importante porque sin ti yo estaría en el piso, en la tierra de Lucifer, del todo acabada. Sin ti yo no sería nada. Gracias.


Gracias por aguantarme, por calmarme, por hacerme entrar en razón, por saber que siempre hubo alguien ahí... Por saber que estuviste ahí. Gracias por ser ese apoyo que de nadie yo hubiera conseguido... Gracias por tanto. No habrá un 'gracias' lo suficientemente grande para agradecerte de las muchas veces que, literalmente, me haz salvado de... tantas cosas. Gracias por no juzgarme, gracias por estar cuando más te necesitaba, gracias por no aburrirte de mi, gracias por tener esa amabilidad que nadie ha tenido conmigo, ni mucho menos la paciencia con la que aqueja una enferma... gracias por... tantas cosas.



Gracias... y te lo digo de corazón, te deseo lo mejor. No, no es una despedida, -porque ciertamente no puedo 'vivir' sin ti en un mundo donde no estés o desaparezcas-, sólo te deseo lo mejor, hoy y siempre, cariño. Te adoro con todo lo que me da el cuerpo. Te adoro más de lo que puede alguien querer a otra persona.

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